martes, 28 de octubre de 2008

Una crisis histórica

A los periodistas nos encantan la palabras contundentes: histórico, debacle, catástrofe, hundimiento. Quizá porque confundimos nuestras obligaciones: no tenemos que vender las noticias, no debemos hacerlas más sexys para que nos las compren los lectores. Simplemente tenemos que contarlas en los términos que honestamente creamos que se ajustan más a la realidad. Y creo que a la larga venderemos así más noticias, pero eso es materia de reflexión para otro día.

Entre esos términos de los que abusamos en la prensa está la palabra "histórico". Y digo que abusamos porque el 90% de las veces sólo la perspectiva que da el paso del tiempo hace que un acontecimiento puede ser calificado de tal. Es decir que quede como un hito señalado para la Historia. Es evidente que cuando mataron a Kennedy o cuando Bin Laden derribó las Torres Gemelas sabíamos desde el minuto 1 que estábamos ante un acontecimiento que íbamos a recordar toda la vida. Pero ¿cuántas veces hemos escuchado calificar de tal partidos de fútbol, jornadas bursátiles o incluso declaraciones de políticos de las que ya no se acuerdan sino las hemerotecas?

Es obvio que estamos en un momento singularmente complicado. Las bolsas han sufrido enormes caídas (históricas en el sentido de "sin precedentes en décadas"), han quebrado un buen número de empresas y las perspectivas son alarmantes. La tentación de comparar esta situación con el crack del 29 son tremendas, y es cierto que los pronósticos de los más sabios (sabios que no supieron predecir este lío) apuntan a unas consecuencias casi tan desvastadoras para la economía. Pero imaginemos...

Imaginemos que las inyecciones de liquidez de los Bancos Centrales y las ayudas estales empiezan a funcionar (ya están funcionando, el Euríbor ha bajado en las últimas semanas). Imaginemos que las bolsas han tocado fondo (¿por qué no?), empiezan a remontar casi al mismo ritmo que han caído y los tipos con agallas que han comprado en los últimos días son dentro de dos años los nuevos ricos del siglo XXI. Imaginemos que la recesión, esa sí casi inevitable, sea más suave de lo previsto (también se equivocaron hace pocos meses al pronosticar un panorama más bonancible). Imaginemos, en fin, que para mediados del próximo año la situación de la economía real aparece razonablemente despejada.

¿Una locura? Quizá todo esté para entonces aún más hundido de lo que vaticinan los más agoreros. Pero tampoco es un panorama imposible. No digo, Dios me libre, que el momento actual invite al optimismo pero sí creo que los pronósticos que se hacen ahora mismo están contaminados por dos circunstancias. Uno, los opinadores prefieren pecar de pesimistas porque los diagnósticos catastróficos parecen más sesudos. Y dos: si dentro de seis meses hemos salido del hoyo no se hablará de la crisis, ni de los peores vaticinios. Si se sigue hablando es porque andamos peor. Y entonces los agoreros podrán salir diciendo: "Ya lo decía yo...".

¿Qué tendrá entonces de histórica la situación que estamos viviendo? Desde luego cambiarán las reglas que regulan los mercados financieros. Los bancos de inversión ya han desaparecido, y eso son importantísimas novedades. Pero sobre sobre todo recordaremos una histórica crisis de confianza y un histórico ataque de pánico de los inversores. Algo que ya les gustaría haber vivido a quienes sufrieron la crisis de 1929. Esa que con 80 años de perspectiva sí podemos calificarla de Histórica, con mayúsculas.

(Dos apostillas: Javier Marías se refería el otro día en EL PAÍS a esos "momentos históricos" y comentaba también cómo el lenguaje apocalíptico que usamos los periodistas a menudo retroalimenta las noticias, lo que en psicología se llaman profecías autocumplidas. Y otra: mi padre, que ha empezado a usar su email electrónico me ha mandado un documento que explica muy bien el origen de la crisis. PINCHEN AQUÍ para leerlo).

Ilustración: MotherPie

3 comentarios:

Paul dijo...

Después de lo leído, y en mi actual situación, sólo puedo decirle una cosa: Dios le oiga.

Y eso de que fue Bin Laden quien tiró las torres gemelas lo dirá usted.

Anónimo dijo...

¿Quién fue entonces? A mí que me registren

Anónimo dijo...

Pues lo que te manda el viejo no lo he podido abrir. A mí el otro día me intentaron explicar lo de la bolsa con el cuento de los monos http://selvasorg.blogspot.com/2008/10/las-bolsas-y-los-monos-cuento.html
Yo sigo sin entenderlo, pero como los supongo más avispados, ahí se lo dejo por si les aclara algo.