miércoles, 31 de diciembre de 2008

¿Somos dictadores los jefes?

El otro día se preguntaba un amigo cómo sería eso de vivir en una dictadura. No le supe contestar. Viví tres años con Franco y otros tres hasta que se aprobó la Constitución pero apenas me acuerdo de nada. Sin embargo, quizá sabemos más de ese tipo de régimenes de lo que pensamos. Un libro serio y bien argumentado que he leído recientemente sugiere que todos vivimos parte de nuestra vida, una parte muy importante en realidad, bajo una tiranía. En concreto, las ocho horas que pasamos en nuestros puestos de trabajo.

Vaya por delante que no me estoy quejando de mis jefes. Creo que en ese sentido he tenido bastante suerte en mi carrera laboral. Supongo que influye el hecho de que he sido siempre un buen súbdito. No, lo que afirma el libro -¿Por qué los jefes son dictadores?, de Chetan Dhrube, editorial Empresa Activa- con argumentos razonables es que todos los responsables de las empresas, todos sin excepción, y me incluyo en mi cuota de poder, son dictadores. No todos por igual, naturalmente. Unos se parecerán a los reyes bondadosos con tres hijas de los cuentos de nuestra infancia y otros serán tiranos sin escrúpulos tipo Stalin. Pero ninguno será un verdadero líder, en el sentido de persona a los que otros siguen por convicción, porque no han sido elegidos democráticamente. Y porque tienen en su mano las más duras sanciones: no pueden mandarte a Siberia, pero sí despedirte, que hoy día es casi lo mismo.

¿Elegir a los jefes en unas elecciones? Suena a marcianada demagógica. Igual que sonaban hace cien años las voces de quienes pedían el voto para las mujeres o para los negros. La tesis de Dhrube, sin embargo, es que las empresas, igual que los países, funcionarían mucho mejor si así se hiciera. Y puede que sea cierto. Un jefe electo tendría que mantener un buen clima laboral y estaría obligado a escuchar a sus subordinados y potenciales votantes. Éstos podrían a su vez expresar más libremente sus opiniones, lo que redundaría en un clima laboral más sano. No nos engañemos, nadie le dice toda la verdad a su jefe como se la diría a un político. Incluso el jefe más abierto es adulado y escucha lo que quiere oír, como pasaba con los monarcas del despotismo ilustrado. ¿Elegirían los trabajadores a un tipo popular aunque fuera vago y arbitrario? Dhrube no lo cree y yo tampoco. Hay demasiado en juego, el pan nuestro de cada día, como para dejarlo en manos irresponsables.

Seamos sinceros. Si yo tuviera una empresa intentaría que hubiera el mejor clima laboral posible pero no me atrevería a implementar este modelo. Eso sí, me encantaría que otros lo hicieran para comprobar los resultados. Quién sabe, quizá dentro de unos años nuestros hijos le preguntarán a nuestros padres "¿cómo se vivía con Franco, abuelo?" y a nosotros "¿y cómo se vivía cuando te imponían a los jefes?".

domingo, 28 de diciembre de 2008

Feliz Navidad y próspero 2009

Perdonen la imagen pelín exhibicionista pero como ya es tradicional me gusta felicitarles las Navidades y el Año Nuevo desde la playa. En 2007, desde la playa de la Cueva, en San Sebastián de la Gomera, este año desde Las Teresitas, en Santa Cruz de Tenerife.

Desde que vivo en la Península, hace 18 años, y cuando vuelvo a Canarias en estas fechas intento siempre darme un baño en el mar, sobre todo para ir presumiendo luego de lo maravilloso que es el clima de esta tierra. Algún año me ha costado un poco esta heroicidad de meterme en el Atlántico a finales de diciembre pero esta vez no ha sido ningún sacrificio. Cuatro días, cuatro hermosas jornadas de playa. Un saludo para todos, incluido el Gobierno de Canarias. Con posts como éste ya podrían subvencionarme el blog...

martes, 23 de diciembre de 2008

Diez motivos para amar el 22 de diciembre

Mi día favorita del año es el 22 de diciembre, que ahora concluye. Les cuento algunas razones para amarlo, a ver si les convenzo para que se unan a mi causa:

1) El 22 de diciembre de 1849 Dostoievsky es indultado ante el pelotón de fusilamiento. Gracias a ello pudo dejarnos Crimen y castigo, Los hermanos Karamazov o El idiota.

2) El 22 de diciembre de 1858 nació Giacomo Puccini (ahora se cumplen 150 años). Le debemos, entre otras obras, las óperas Tosca, Madame Butterfly, La Boheme o Turandot.

3) El 22 de diciembre de 1972 fueron rescatados en los Andes los 16 supervivientes del vuelo 571, recordados luego en el best seller ¡Viven!

4) La madrugada del 22 de diciembre de 1983 algunos no pudimos dormir de emoción después de ver a España meterle 12 goles a Malta.

5) El 22 de diciembre de 1989 se abrió la puerta de Bradenburgo, acabando con 30 años de división de las dos Alemanias.

6) Ese mismo 22 de diciembre cayó en Rumanía la dictadura de Ceaucescu.

7) El 22 de diciembre los telediarios empiezan con imágenes de gente feliz. La que ha ganado algún premio en la lotería.

8) El 22 de diciembre con un poco de suerte incluso usted puede estar entre esa gente feliz.

9) El 22 de diciembre, con el sorteo, empiezan oficiosamente las Navidades (entiendo que para muchos será una razón para odiarlo).

10) Y mi motivo favorito: el 22 de diciembre se celebra el solsticio de invierno. Es decir, después de seis meses en que la oscuridad va ganando terreno a la claridad empiezan a crecer los días. Poco a poco, dos minutos cada jornada, al amanecer y al atardecer. Pero cada tarde es más larga que la anterior. Y eso sí es un motivo para estar alegre.

domingo, 21 de diciembre de 2008

Tan relevante que nos acordamos todos

Sé lo que estaba haciendo hace exactamente 25 años y muchos de ustedes, los que para entonces tenían ya uso de razón, también. Estábamos viendo el partido más delirante de nuestra vida. España tenía que ganar por 11 goles de diferencia a Malta para clasificarse para la Eurocopa de Francia y ganó 12-1. Yo lo recuerdo perfectamente: los tres goles de Santillana en la primera parte, y también el de De Giorgio para Malta, que pareció acabar con todas nuestras ilusiones; la llamada que hice en el descanso a mi compañero Miguelito, para intercambiar impresiones; el goteo de goles en la segunda parte con el gallo final de José Ángel de la Casa; el anulado a Gordillo y la invasión final del campo que nos hizo temer que invalidaran el partido.

El acontecimiento generacional para los de mi edad no fue la transición, ni el golpe de Estado. De eso ni nos enteramos. Fue el Mundial 82. Un evento traumático por desastroso, equivalente a la pérdida de las colonias para la generación del 98. Pero lo que nos redimió de acabar amargados, con todos mis respetos, como Unamuno y compañía fue, precisamente, el España-Malta. Una noche en la que aprendimos que no hay que perder la fe por muy oscura que se ponga la cosa.

Esto que acabo de escribir es una bobada pero no me ha quedado mal del todo. Pero una bobada más grande todavía me parece la iniciativa que se debatió hace unos meses en la wikipedia -ya saben, la enciclopedia en internet construida con la aportación de todo el que quiera- sobre si borrar o no de la misma la entrada del partido España-Malta. Resulta que algunos insensibles, culturetas, desmemoriados o pedantes -o las cuatro cosas- opinaban que el evento no tenía suficiente relevancia para ocupar un espacio por sí mismo y querían eliminarlo.

El sentido común ha imperado y la entrada se conserva. 40 usuarios votaron a favor de mantenerla y diez bobos -perdón, se me acaba la sutileza y tengo que recurrir al insulto fácil- en contra. Los argumentos de estos últimos son de echarse las manos a la cabeza: que sólo fue importante para España, que entonces hay que hacer entradas de todos los partidos de fútbol (¡genial!), que Malta era un rival menor. Pero señores ¿Cómo no va a ser relevante un evento, el que fuere, que recordamos tan bien, 25 años después, todos cuantos lo vivimos?

miércoles, 17 de diciembre de 2008

...Y a mis amigos del Real Madrid

A mi padre, renegado del Athletic de Bilbao y a mi madre, aunque sea gafe; a mi tía Pilar, que disimula por el pedazo culé que tienen en casa; a la familia Rodrigo y a mi primo Dani; a los Durbanes en peso; a (Don) Manuel Morales, a su hermano Rafa -que me invitan al Bernabéu, la fábrica como decía Di Stefano- y a María, la madre que los parió, que me invita a comer a casa; a Manolo Torres y a David El Jebi, que me leen; a Patricia Fernández de Lis, que me llevó a la Ciudad Deportiva cuando todavía existía y a Egipto, que sigue existiendo; a mi profe Óscar, que también es de River Plate; a Seve, el único político del que me fío, a Chechu y a Ricardo Val; a Mariano Rubio, que ahora tiene que aguantar a su cuñado y a su sobrino; a Álvaro Pérez, Iván de Moneo, Oscarsito y Papeter; a José Antonio y su hijo, los vecinos, que sufren con mi padre; y a María, madridista en Igualada. Y no sé si a Porras, que como cada vez que lo veo ha cambiado de equipo...

Dicen que es muy fácil ser de mi equipo porque gana casi siempre pero yo me afilié en un momento nefasto, que tiene fecha exacta. El 26 de abril de 1981 ganamos en Valladolid 2-3 con dos goles de Santillana y uno de Stilike. Cuando el árbitro pitó el final la derrota -hasta ese instante- de la Real Sociedad frente al Sporting le daba el título a los blancos. Juanito había empezado a cumplir la promesa que había hecho antes del encuentro -recorrer el campo de rodillas- cuando llegó en el descuento el gol de Zamora en Atocha que daba el título a los donostiarras. Y me dio tanta pena que me hice del Real Madrid, un equipo entonces perdedor que estuvo cuatro años más sin ganar la Liga.

No pierdan la fe. Y si la pierden momentáneamente vean el vídeo este que he puesto para recordar lo que fuimos y lo que volveremos a ser.

domingo, 14 de diciembre de 2008

Dedicado a mis amigos del Barça

A Juan Cruz, Carlos Cruz, José Carlos Guerra, Álvaro Garrido (si no lo enderezamos) y Toñín (y no sé si a sus hijos); a Julito vestido de Messi y Julio Llamazares (aunque lo niegue); a Joan Boltá, Javier Padilla, los Hermanos Infierno y ondevaspastelsajaso; a María José Ferrero (Torbe), Olegario Ferrero (Gari) y Sergio, padre de las criaturas; a Vanessa Jiménez, Santi Castañeda, Bruno y Abel Grau (¡maldito comunista!); a la enorme peña culé de Busto de Bureba; a Ana Pérez (máxima traidora al barrio de Chamartín) y Vinyet (aunque no la conozca); a Pere Rusiñol; a Patricia García y Daniel Bartolomé Bustos Sansó. Y a Porras, supongo, porque cada vez que lo veo ha cambiado de equipo. Y si alguien se ha echado de menos en la lista, que se incluya en los comentarios.

Ya ven que los del Real Madrid podemos ser unos perdedores (sólo a veces, tened fe que no está todo perdido). Pero no somos reconcorosos y tenemos sentido del humor (y gracias Bea por la pista).

viernes, 12 de diciembre de 2008

Minutos musicales: Yo tenía una granja en África

Hoy no tenía gran cosa que contarles. Bueno sí, que llevo cinco días escuchando mi único vinilo presentable, o sea la banda sonora de Memorias de África. Y como esto del blog a fin de cuentas es compartir, quiero compartir con ustedes la que se ha convertido en banda sonora de mi casa durante la última semana. La música es tan maravillosa que el adagio del concierto para clarinete y orquesta de Mozart -la melodía que sonaba en el gramófono de Robert Redford- queda perfectamente integrada en el resto de los temas. Como si el genio de John Barry y el del compositor austriaco fueran por un momento intercambiables.

Cada vez que veo esta película Karen (Meryl Streep) me parece más cursi. Y pienso que un tipo como Robert Redford, con su avioneta y su tocadiscos, debía tener mejores opciones, siempre que no se encaprichara en estar con una blanca. Pero disfruto sobre todo por tres cosas. Por la música, por los paisajes y porque aviva mis propias memorias de África, aunque fueran unas memorias soñadas. Mi abuelo nos prometió a mi primo Pablo y a mí que cuando cumpliéramos 14 años nos llevaría a conocer los leones de melena negra al Ngnorongoro. Y ahí están en la pantalla la sabana, las fieras y el Kilimanjaro. Perdonen el detalle egocéntrico.

martes, 9 de diciembre de 2008

Vuelve el vinilo

Ya sé que para los culturetas el vinilo volvió hace años. Pero a mi vida ha regresado estos días. Les cuento: mis tíos y mi prima Eva me han comprado por mi cumpleaños un equipo de música con todos los avances de la tecnología: cd (del siglo pasado), salida usb (de hace unos años) y una cosa que aún no sé que es, así que debe ser de ahora mismo, para enganchar el iPod, supongo o el teléfono móvil, vete a saber. Un cacharro precioso con pinta de gramola antigua, que además de todas esas moderneces incluye un plato de tocadiscos. Como los de nuestra infancia.

Lleva cuatro días en casa y todavía no sé por donde conectar el iPod. Ni me interesa. Sólo tengo ojos para el tocadiscos. No me voy a poner en plan exquisito: no suena mejor el vinilo que el cd, o al menos yo no tengo oído para distinguirlo. Pero sí suena más entrañable. Y el rito de sacar el disco de su ENORME funda con una preciosa ilustración, subir y bajar la aguja con la mano y ver girar el plato son placeres que habíamos perdido con la "sencillez" y "comodidad" de darle a un botoncito del mp3. El único problema es que aún tengo una discoteca corta compuesta solamente por tres volúmenes: dos de canciones napolitanas bastante más flojos de lo que pintaban, y la banda sonora de Memorias de África. Maravillosa película en la que por cierto un fonográfo tiene un papel destacado.

La revolución digital abolió el espacio y nos proporcionó toda la información que necesitábamos aquí y ahora. Nos trajo el periódico a casa sin bajar a comprarlo, más completo, actualizado y con la posbilidad de opinar sobre las noticias y compartirlas con otros lectores. Metió toda las canciones y el cine de nuestra vida en una cajita como un paquete de cigarrillos. Y pronto hará lo mismo con toda nuestra biblioteca. Pero al tiempo nos hizo olvidar el placer que proporcionaban esos objetos que despreciamos luego como simples transmisores de datos. El placer de manosear el periódico, de oler el libro, de acariciar una carátula.

Ya podemos tener toda la literatura y la música de la historia en una memoria electrónica relativamente pequeña. Pero estoy seguro de que no desaparecerán los vinilos ni los libros ni los periódicos si consiguen perpetuarse como objetos valiosos. El disco duro puede derrotar con facilidad al libro de encuadernación rústica o a la pobre cinta de cassette. Pero el disco reluciente, con carátula más bonita; el libro de hermosas tapas, bellamente ilustrado y olor sugerente; y la publicación de diseño exquisito y hecho con el mejor papel sobrevivirán de alguna forma. Y no serán sólo bellas cáscaras vacías: será un placer añadido consumir esa información que ofrecen en formatos tan atractivos.

jueves, 4 de diciembre de 2008

36

Foto: Bar los 36 Billares (Buenos Aires)- Sebastián Darío

Hoy cumplo 36 años. Con mucho optimismo, no me pesan las tres docenas. Prefiero los impares a los pares, pero este número me encanta. Y voy a echarle algunos piropos, apelando a las matemáticas, que tanto me gustan. Porque el 36 es una cifra muy, muy bonita. Una cifra maciza, vamos. De esas a las que Alfredo y yo les gritaríamos por la ventanilla del coche aquello de "¡chavalitaaaaa!".

El 36 es cuadrado (6x6). También es el producto de dos cuadrados, 2 al cuadrado (4) por 3 al cuadrado (9), o si queremos el producto de los cuadrados de los tres primeros números naturales, si lo multiplicamos por 1 al cuadrado (1). Pero lo que más me gusta de él es que es un número triangular: equivale a la suma de varios números naturales correlativos empezando desde el 1, en su caso 1+2+3+4+5+6+7+8. Y, ojo, es el único número triangular cuya raíz cuadrada (6) es a su vez triangular: 1+2+3. Además es igual a la suma de dos números primos gemelos (19+17), es decir dos números primos separados por sólo dos unidades. Y para rematar es el primer número de la serie de los naturales que tiene nueve divisores (1,2,3,4,6,9,12,18,36).

Recupero el aliento y cambio de tercio. ¿Qué puede esperar uno de los 36 años? Todo o nada, como de los 25 o de los 73. Cumplir años agobia a muchos porque nos da la impresión de que el tiempo pasa y no hemos hecho todo lo que deberíamos en la vida. Craso error. Muchos personajes históricos alcanzaron fama y gloria -si es que éstas son envidiables- mucho más jóvenes. Otros no habían hecho nada reseñable con esos años. Y otros alcanzaron la cima de su genio justo a esa edad. Hagamos un repaso.

Los precoces
Algunos personajes llevaron a cabo su obra antes de los 36 porque no les quedó otro remedio: son los que no llegaron a cumplirlos. Como Jesucristo (muerto con 33) o Mozart (fallecido con 35). Otros nos dejaron justamente a esa edad, Marilyn Monroe o Bob Marley, por ejemplo. Algunos vivieron más pero con esos años ya habían llegado bien lejos, como Napoleón, que a los 35 era emperador. A otros, en fin, la fama les que quedaba a esa edad muy lejos, como tantos niños prodigios de quienes no se ha vuelto a saber. O si se ha sabido, en general, ha sido para mal. Nuestra infancia está llena de referencias así de efímeras, como alguno de los niños de Verano Azul o los componentes de Parchís.

Los remolones
Alcanzaron la fama después de los 36. Como Cervantes, que hasta los 38 años, cuando publicó La Galatea, era sólo un respetable mutilado de Lepanto. Más tardío aún fue José Saramago, que empezó a escribir con 47. O Mahoma, que no empezó a predicar hasta los 40 años, cuando tuvo una revelación rezando en una cueva. Y también Darwin, que hasta los 50 años no se atrevió a publicar El origen de las especies, aunque el hombre lo llevaba rumiando desde los 27, cuando hizo el viaje con el Beagle.

Los que triunfaron a los 36
Con 36 años Adolf Hitler, un perdedor de manual, pintor sin fortuna, militar con antecedentes psiquiátricos, publicó al salir de la cárcel Mein Kampf y empezó a venderlo como rosquillas. El resto es historia. Más agradables para la humanidad fueron los 36 años de Marie Curie. A esa edad recibió el Nobel de Física por sus trabajos sobre la radiación. Y a los 36 años escribió Gilbert Keith Chesterton mi libro favorito, y el de mi hermana Bea, El candor del Padre Brown, que ahora edita, junto a todos los cuentos del cura detective, El Acantilado. Si les gustan los cuentos, si le gustan las historias policiales o si les gusta la literatura, léanlo.

Esto es todo. Ya hablaremos de cómo ha ido el año cuando cumpla 37.

lunes, 1 de diciembre de 2008

Los peores hinchas de la historia

El pasado viernes la noticia más leída en la edición digital de The Times era una relación de los peores aficionados al fútbol de la historia, aquellos que uno no querría que animaran a su equipo. No entendí muy bien la relación de personajes, que incluía desde Adolf Hitler (hincha del Schalke 04) hasta Bin Laden (seguidor del Arsenal), pero también a Tom Hanks (Aston Villa) o Gordon Brown (Raith Rovers). Tom Hanks o Silvester Stallone (también citado, como forofo del Everton) me interesan poco pero los dos primeros personajes sí que me producen más curiosidad. ¿Qué pasiones futbolísticas animaban a los mayores monstruos de la historia? Apoyándome en el artículo de The Times y con Google y mi modesto acervo cultural como únicas armas de investigación he elaborado esta lista con los afectos deportivos de cinco personalidades siniestras del último siglo: Hitler, Mussolini, Stalin, Bin Laden y Franco. Ya me darán su opinión.

Adolf Hitler. Cuenta The Times que el dictador alemán tenía entre sus pasiones al Schalke 04, el equipo minero, que dominó la liga alemana precisamente -no sé si es casualidad- durante los años 30 y 40, coincidiendo justamente con el apogeo del nazismo. En aquellos años ganó nada menos que seis campeonatos de Alemania, el primero en 1934, con Hitler ya en el poder. "Ganar un partido -escribió Joseph Goebbels, ministro de propaganda- es más importante para la gente que conquistar una ciudad en el Este". Después de la guerra, el Schalke no volvió a ganar un campeonato hasta 1958.

Emilia-Romagna, la región italiana que alumbró a uno de los seres más sublimes de la historia, Giuseppe Verdi, también fue la cuna de Benito Mussolini. El Duce, por lo que cuenta The Times, fue seguidor del Bolonia, la capital de la región, una ciudad que, paradojas del destino, es llamada, por la inclinación política de sus habitantes, Bolonia la Roja. Y como en el caso de Hitler, y sin que uno quiera ser mal pensado, el equipo vivió sus mejores años justo cuando se hallaba en el Gobierno el más poderoso de sus seguidores. El Bolonia, fundado en 1909, ganó el primer Scudetto en el año 1924-25 (Mussolini subió al poder en 1922). Entre 1925 y 1941, su época dorada, y la del fascismo, conquistó cinco campeonatos. No ha vuelto a ganar ninguno.

No he encontrado ninguna pista que demuestre que a Joseph Stalin le interesara el fútbol. La Federación Rusa de Fútbol (la Georgia natal del dictador soviético pertenecía a los zares desde 1800) se fundó en 1901, cuando el embrión de monstruo tenía ya 23 años. Y a esa edad es difícil aficionarse, supongo. Hay sí, un equipo en su localidad natal, Gori, el Dila Gori. No consta que brillará especialmente durante la época soviética. De hecho se fundó en 1949, cuando a Stalin le quedaban sólo cuatro años de vida. Y aunque no sabemos si el Padrecito era seguidor del club, sí parece que los hinchas del equipo tienen al ex dictador algo de cariño. Así al menos lo leo, y perdón si me equivoco,en un blog llamado mentiratroskista, que no consigo saber si está escrito en serio o en broma por muchas vueltas que le doy. Pues bueno, cuenta la autora del susodicho blog que algunos de los cánticos más ácidos de los seguidores del Dila Gori están dedicados a Leon Trosky, el mayor enemigo de Stalin. Hay uno en concreto que dice: "Qué feo llamarse Leon Troksky, que en México te has tenido que ocultar..." y luego suelta dos lindezas contra su madre y su hermana que no reproduzco, pero que pueden leerse pinchando el enlace de arriba. Insisto, yo no sé si esto es verdad o cachondeo pero como dirían los italianos, si non è vero è ben trovato.

El amor futbolístico de Bin Laden es el Arsenal, a cuyo campo acudía cuando vivió en Londres a principios de los 90. Y estuvo al menos dos veces en la tribuna de Highbury, en el Arsenal- Torino y el Arsenal-PSG en la temporada 1993-94, el año que el equipo se hizo con la Recopa contra el Parma, según cuenta Adam Robinson en Behind the Mask of the Terrorist. En noviembre de 2001, tras los atentados del 11-S, el club vetó la presencia del saudí en el estadio, por si se le ocurría volver por allí. Quizá influyera en su afición el hecho de que su gran rival en el derby del norte de la ciudad sea el Tottenham Hospurs, el equipo de los judíos británicos. Se dice incluso que en el pasado quiso comprar el club. Quizá si lo hubiera hecho habría canalizado su agresividad por otros cauces y ahora viviríamos más tranquilos.

Y llegamos a Francisco Franco. Tengo que decir que leí gran parte de la biografía que escribió sobre él Paul Preston y no recuerdo ninguna referencia al fútbol. Quizá porque me fijé sobre todo en su infancia, en la formación psicológica del personaje. Al oficial sin tres emes, como le llamaban en Marruecos, o sea, sin mujeres, sin misas y sin miedo, parece que sí le gustaba una efe, la del fútbol. Eso, o era masoquista, porque le recordamos muchas veces en el palco del Bernabéu aplaudiendo a rabiar y entregando su propia copa, normalmente a Gainza. ¿De qué equipo era Franco? Según la leyenda más extendida, del Real Madrid. Aunque si es cierto no parece que tuviera tanta mano como Hitler o Mussolini. El Madrid tardó 19 años en ganar una Liga durante el franquismo, acontecimiento que coincidió precisamente con la llegada de Di Stéfano. Mientras, el Barcelona había ganado cinco y el Atlético de Madrid, cuatro. Su Copa, la copa del Generalísimo, se la entregó nueve veces al Barça, ocho al Athletic y sólo seis al Madrid. Otras fuentes aseguran que el dictador era seguidor del Athletic de Bilbao o del Depor, el equipo de su tierra. Pero la teoría más curiosa la he encontrado en varias páginas de internet que aseguran, aportando pruebas bastante contundentes, que si no era del Barcelona, al menos le apoyó bastante. De hecho el Caudillo tiró para atrás el proyecto de recalificación urbanística que le presentó Bernabéu en 1960 mientras que el equipo azulgrana se benefició entre 1951 y 1965 de tres operaciones similares. La tercera -la venta de les Corts- aprobada por decreto en consejo de ministros firmado por el propio Franco. El tipo de este vídeo lo cuenta con pretendida gracia.

Buenas noches.