jueves, 29 de enero de 2009

Valiente periodista


Hoy (ya ayer, aunque en su México natal aún es 28 de enero) ha cumplido 30 años Ana Gabriela Rojas. Aunque la llamo mi mejor amiga se me ha olvidado felicitarla y ha tenido que ser ella la que me llamara desde la India, donde trabaja, para recordármelo. No ha habido reproches. Además de talento profesional, o quizá precisamente por ello, esta chica tiene muy buen caracter. Y como compartimos un lenguaje humorístico privado consistente en la repetición de expresiones disparatadas entonadas con exagerado acento mexicano, nuestras conversaciones suelen acabar a risotadas. La de hoy también.

Gaby entra en la mejor edad, aquella en la que una persona "conjuga juventud, con experiencia", como me escribió con sorna Julio Llamazares en la dedicatoria de un libro cuando cumplí su edad. A los 27 años, después de terminar el Máster de EL PAÍS y una beca de un año en la sección de Sociedad, decidió que quería conocer mundo y escribir y buscó en el planisferio que región del planeta tenía el periódico más desguarnecida. Eligió la India y sin conocer absolutamente a nadie y con un par de teléfonos en una agenda se plantó de freelance en Nueva Delhi. Sola organizó su vida y se dedicó a contarle a los lectores lo que pasaba por allí: los recientes atentados de Bombay; la delirante historia de Vindraban, la ciudad de las viudas; la huelga de actores en Bollywood; o la entronización de Shreeya, la niña diosa de seis años.

Un par de veces su afán aventurero me ha sobrecogido. Cuando se acercó a la selva a conocer a la guerrilla de Myanmar y cuando hizo en Pakistán el camino de los transportistas de la OTAN hostigados por los talibanes me llamó para darme el teléfono de su familia en México. "Por favor, si no te llamo en dos días, ponte en contacto con ellos", me dijo. Afortunadamente nunca tuve que marcar ese número. Gaby es intrépida, pero también muy prudente, o al menos esa ilusión me hago. Y tiene la suerte de los que afrontan la vida con sensatez, a la misma distancia entre la cobardía y la temeridad.

El año pasado también me olvidé de su cumpleaños. El despiste es mutuo, tuve que recordarle el mío el mes de diciembre. No pasa nada. Me importa mucho más saber que puedo telefonearla en cualquier momento, incluso con el desfase horario, y atenderá con cariño mi última ida de olla. A mi también me llama en el momento más inesperado para pedirme algún consejo profesional, algo que me llena de orgullo y perplejidad porque mientras ella llevaba el reporterismo al Himalaya yo me quedaba sentado en la redacción. Y es que es muy modesta. Muy valiente. Y muy periodista.

lunes, 26 de enero de 2009

Una cosa horrible

Acabo de salir del cine de ver Revolutionary Road. La película supongo que no es mala y la actuación de Kate Winslet es espléndida, de verdad. Pero no vuelvo a pagar por ver una cosa así. Por entrar al cine feliz y relajado después de dormir 20 horas el fin de semana y salir tristísimo tras empaparme de las miserias de un matrimonio tan horrible de muros para dentro como modélico en su vecindario. Ya sé que al cine no sólo se va a ver finales felices. Hay historias descarnadas y a la vez espléndidas. Pero en este caso no es que lo cuente sea triste, que también. Es que la desgracia es la excusa de la trama, su propia esencia. Como si el director hubiera querido untar el celuloide de infelicidad y hubiera usado para rellenar los 120 minutos del largometraje a un matrimonio que ya puestos a ser sinceros, no me interesa. Supongo que habría sido lo mismo pasar las dos horas viendo un cáncer haciendo metástasis y extendiéndose por un cuerpo. Como decía mi abuela "¿Qué necesidad?".

Algunos de lectores cinéfilos me condenaran como hereje y me someterán a público tormento después de lo que voy a decir ahora: lo mismito me pasó hace diez años con American Beauty, del mismo director, el aclamado Sam Mendes. También una buena película, supongo, pero para mí un sufrimiento innecesario. Al cine voy a entretenerme, a reírme, a emocionarme, a sentir el miedo controlado de las películas de terror, a reflexionar e incluso a llorar. Y también a pasarlo mal porque la buena historia que se cuenta sea chunga, pero no porque alguien decida encarnar la chunguez, valga la expresión, sin la menor concesión a la esperanza, en sus pobres personajes. Ninguna de aquellas sensaciones me ha inspirado esta película. Sólo un terrible abatimiento. Menos mal que luego te tomas unas cañas, te ríes un rato, te das un paseo hasta casa y te prometes que nunca, pero nunca, volverás a una sala sin enterarte antes de donde te estás metiendo.

Debí fijarme en la buena crítica de Carlos Boyero a ésta, supongo, buena película que le encantó. "Aquí sólo hay tragedia de primera clase, desolación al comprobar que las vías de escape están selladas". Lo dicho, mejor quedarse viendo un mal partido del Real Madrid.

viernes, 23 de enero de 2009

¿Tú juegas a la primitiva?

Mi amigo y compañero Juan Carlos Galindo, hombre de orden y lector diario de la Biblia (The New York Times), me ha mandado este interesante enlace. La página genera automáticamente una combinación de seis números entre el 1 y el 56, como si fuera una apuesta de la lotto de Estados Unidos, similar a la lotería primitiva española. A continuación empieza a simular sorteos, aproximadamente uno cada décima de segundo y compara las combinaciones premiadas con la nuestra. En la columna de la derecha va contando el número de veces que acertamos uno, dos, tres, cuatro, cinco o seis números. Lo desalentador es que puede dejar el programa funcionando durante un buen rato (recuerde, hay diez sorteos por segundo, 600 por minuto) sin conseguir si quiera tres números correctos. Déjelo toda la noche, un par de días si prefiere. ¿Ha logrado acertar al menos cuatro?

La lotería primitiva española es algo más fácil (tiene 49 números en vez de 56) pero la conclusión es la misma: gastarse un euro en semejante engañifa es, desde un punto de vista racional, una estupidez. Pero nuestra alma irracional seguirá impulsándonos a jugar a los juegos de azar. Porque cuando compramos un décimo o un cupón lo que adquirimos es ilusión. Yo me gasto 120 euros todos los años en lotería de Navidad y nunca me toca nada. Pero me parece un precio barato por todos los ratos que me hace pasar imaginando qué haría si me tocara.

Suerte.

miércoles, 21 de enero de 2009

Niño maltratado en 'Los payasos de la tele'

Este vídeo supongo que la habrá visto mucha gente, bueno, no lo supongo en Youtube ha tenido ya 200.000 visitas. Incluso hay varios grupos en Facebook para solidarizarse con su protagonista. Lo siento, yo me enteré ayer. Y como todo lo que me hace gracia lo incluyo en Puesfijate. Quien subió el vídeo a la red dejó un comentario lapidario: "En el programa mítico de Los payasos de la tele un niño engendrará fobia hacia los malabaristas". Espero sus comentarios, sé que la desmitificación de los ídolos de nuestra infancia es la actividad favorita de algunos de mis lectores. Espero también que aprovechemos la ocasión para comentar uno de los grandes prodigios que nos trajo la Navidad y que no ha sido valorado como merece: la reaparición de Fofito en una gala de fin de año. Y en la cadena que preside precisamente su primo Emilio Aragón, antes Milikito.

lunes, 19 de enero de 2009

Calor tibetano


1467 from Jesús Olmo on Vimeo

Otros días hemos hablado de ese artista estupendo que es Jesús Olmo. Ya es hora que conozcamos algo de su trabajo. Es el autor y el protagonista de este vídeo extraordinario. Me cuesta todavía creer en energías corporales, chakras y cosas de esas, aunque Ana me intentó evangelizar durante años y consiguió que me apuntara a Yoga (¡gracias!). Bueno, este vídeo va de eso, del tummo, una técnica del yoga tibetano que mediante ejercicios de meditación canaliza y regula nuestro calor y nuestras energías. Los practicantes de esta técnica son capaces de mantener una temperatura corporal constante en medio del frío, totalmente desnudos o vestidos sólo con finos hábitos de algodón.

No sé cuánto hay de tummo en estas imágenes y cuanto de montaje; cuanto de ficción y cuanto de realidad. Me temo por la salud del bueno de Jesús que la cosa tiene poco truco y que debió pasar un frío de aúpa. Pero me da igual. Como obra de arte me parece muy interesante. Vamos, que me quito el sombrero. Pero ni una prenda más.

Ver el vídeo a mayor tamaño en Vimeo

martes, 13 de enero de 2009

Martes y 13

Hoy es martes 13, día de la mala suerte en la tradición española. Según la explicación más extendida la fecha se ha convertido en fatídica por la confluencia de Marte (Dios de la Guerra al que está consagrado el día) y el número 13. El número de comensales que había en la Última Cena pero también una cifra imperfecta, que desafía al perfecto 12: el de los doce apóstoles, los doce dioses del Olimpo o las doce tribus e Israel. En los países anglosajones la fecha nefasta es el viernes 13. Un viernes murió Jesucristo pero también es citado como día de mal agüero en Los cuentos de Canterbury. En Italia la fecha con mal fario es el viernes 17, aunque Rossini, que era italiano, era de los que temían al viernes 13. De hecho es el primer personaje de la historia conocido en creerse dicha superstición. Y, casualidad o no, el célebre compositor italiano murió precisamente un viernes 13 de noviembre de 1868.

Para los españoles con más de 30 años, Martes y 13 es también sinónimo de humor del bueno. El del dúo que animaba los fines de año de los años 80. Sus tics han llegado hasta nuestros días y hay gente que los sigue imitando sin recordar por qué lo hace. Su fama no ha decrecido. El otro día me encontré a Millán bastante achispado en un piano bar y confirmo que sigue siendo una estrella acosada por las masas. Para la historia ha quedado su Empanadilla de Móstoles. Pero quienes los conocemos bien sabemos que su mejor sketch era el de Paca Carmona. Con ustedes, en su youtube, pinchando el vídeo de arriba.

viernes, 9 de enero de 2009

Paleto meteorólgico

Decía Julio Llamazares en un reciente artículo en EL PAÍS que el paleto de campo que se quedaba abobado mirando los edificios de la Gran Vía ha sido sustituido por el paleto de ciudad que se acerca a una granja vestido de Coronel Tapioca y pregunta si se puede tocar la vaca. Yo no soy ni una cosa ni otra, porque he crecido en la ciudad pero he vivido lo suficente en Busto de Bureba y en Tejina como para distinguir una cabra de una oveja. Pero lo que sí soy es un paleto meteorológico y me quedo con la boca abierta cuando veo una nevada como la que ha caído hoy en Madrid. Llevo 17 años fuera de Canarias pero en la infancia es cuando uno se hace a la idea de lo que es normal y lo que es extraordinario y hasta los 20 años no vi caer los copos del cielo.

Mi amiga Ana, que sabe de ésta mi debilidad, me ha mandado un mensaje que dice: "lo estarás disfrutando". Pues sí, lo estoy disfrutando tanto que me he dado un largo paseo desafiando una posible pulmonía. Ah, la música de fondo del vídeo -ya sé que las vistas de mi casa no valen un pimiento, es interior y hay que pintar los patios- es la más apropiada para este día: el segundo movimiento -largo y no adagio como puse antes- del Invierno de Las Cuatro Estaciones de Vivaldi.

martes, 6 de enero de 2009

Montonera en Santa Cruz

Como cada mes de enero desde hace casi 20 (Manolo sabrá la fecha exacta) los amigos de toda la vida nos juntamos coincidiendo con la fiesta de los Reyes Magos. Desde que muchos son honrados padres de familia la cena ya no se celebra necesariamente el 5 de enero, un día complicado para los papás, pero el espíritu es el mismo: jolgorio, desparrame y montonera. El evento es exclusivamente masculino, mujeres y novias no están invitadas, lo cual tiende desde luego a embrutecer el ambiente aunque también a que la fiesta sea más espontánea. La cosa es asegurar que nos veamos todos al menos una vez al año, contar las anécdotas de siempre y reírnos un rato.

Este año la celebración se planteaba como un reto. En vez de limitarnos a una cena y a tomar luego un par de copas decidimos consagrar todo el día a la Saturnalia. Quedar desde por la mañana en algún bar de entrañable recuerdo y luego ir peregrinando por otros locales que formaran parte de nuestra memoria sentimental para acabar tomando copas en algún tugurio. A mí el plan me parecía arriesgado. Pero fue todo un éxito y tengo que decir que fui el único que aguanté todo el recorrido: llegué el primero y me fui el último.

No es que me guste presumir de beber mucho, más bien al revés. Pero estoy muy orgulloso de estar hoy tan entero después del muy exigente recorrido. Enumero. Primero, dos cañas en el Unamuno, el bar de mi edificio y el del instituto a las 11.30 de la mañana con tres partidas al futbolín. Luego otra, con tapita de tortilla en el Ayala (la tapa naufragó, hay que decirlo todo). Dos cañas más en el Aurora, junto al Imperial, donde ya nos reunimos toda la montonera. Otro par de cañas en uno que creo que se llama Tic Tac, junto a la librería La Isla, acompañadas por abundantes tapas y un barraquito. Diez litros de cerveza entre trece en un bar en frente de Cajacanarias que está muy de moda pero no sé cómo se llama, donde además nos comimos cuatro metros de salchichas con patatas. Otra caña en el Zig Zag invitados por Don Fernando de Armas, padre de los Hermanos Infierno. Copa de Areucas-cola en la calle Pérez Galdós (empieza a anochecer). Cena a base de revuelto de huevos con patatas y tostas de jamón regadas con varias botellas de vino tinto en el callejón del Combate. Otro Areucas-cola en la calle de la Noria. Y para rematar, y cuando sólo quedábamos Hugo y yo, sendas copas de despedida y cierre en el Andén y en el Andamio, en el barrio de Salamanca. Hora aproximada de llegada a casa, las cuatro y media de la madrugada.


A la espera de que el doctor Javier Padilla suba las fotos a Facebook (ya las subió, pinchen aquí) les dejo con dos valiosos documentos. En el vídeo de arriba Hugo y Víctor entonan Corté con la piba, de El Dioni, popular personaje de Calero. Algo sobre estos dos amigos: uno es un serio padre de familia con dos hijos, el otro pretende casarse el próximo mes de julio. Les acompaña, en primer término y a media voz, Guillermo. La fiesta estaba apróximadamente en su Ecuador. El otro documento es la foto de grupo. Un pelín más calvos, un poquito más gordos algunos, decididamente más canosos que el año pasado, pero con el mismo humor. A ver qué se nos ocurre para 2010.

jueves, 1 de enero de 2009

Fin de año en la redacción

Este año me ha tocado trabajar el 31 de diciembre. Y aunque mi horario terminaba teóricamente a las 11 de la noche decidí quedarme a tomar las uvas con mi compañera Raquel, que se pasó solita toda la noche del 31 al 1 de enero hasta que llegó el relevo a las 7.30 de la mañana. Ella trajo una estupenda cena con empanada, embutidos y salmón; yo sólo puse las uvas (soy un poco cutre); y nuestra jefe nos dejó champán. Este es el vídeo muestra cómo vivimos las campanadas.

Si les digo la verdad me hizo hasta ilusión partir el año en el periódico. Una redacción el 31 de diciembre es algo fantasmagórico porque el día 1 no sale el diario. Pero tiene también su encanto, un lugar tan bullicioso y de pronto tan vacío durante tantas horas. Espero que 2009 nos deje buen sabor de boca pero no coincido con esos que piden que se cumplan "todos nuestros deseos". Todos no, eso sería terrible. Y si no es tan buen como esperamos adoptaremos la táctica que seguimos en 2008 y apelaremos al sentido del humor. Desde luego no somos responsables de muchas cosas que nos pasan, pero sí de cómo nos las tomamos.

Feliz año.